Apenas quedan un par de ejemplares de oso pardo en el zoológico de Madrid. Ambos sobreviven en unas instalaciones obsoletas desde hace muchos años, construidas de hormigón para facilitar la limpieza por parte de los operarios. El lugar, muy lejos de parecerse a un bosque pirenaico o del norte de Europa, ofrece una imagen muy deprimente. El animal parece más de circo que el habitante de una entidad que se supone debe velar por el bienestar de sus inquilinos.
Los visitantes le tiran comida de todo tipo, mientras el oso, que ha aprendido a pedirla, se mueve de forma autómata para llamar su atención.
Cámara Leica D-Lux Typ 109
Lente DC Vario-Summilux 10.9-34 f/1.7-2.8 Asph.